lunes, 2 de mayo de 2011

La segunda revoluciòn industrial y las transformaciones en el capitalismo

La segunda fase de la Revolución industrial

La segunda fase de la Revolución Industrial se desarrolló en Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón. Comenzó hacia 1870 y se extendió hasta 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Durante esta segunda fase comenzaron a aprovecharse nuevas fuentes de energía y surgieron industrias nuevas. Los fabricantes de maquinaria textil y herramientas agrícolas necesitaban hierro barato y de buena calidad. En respuesta a estas demandas se introdujeron importantes innovaciones en la industria metalúrgica, que dieron por resultado un metal más puro y manejable, el acero, y originaron la industria siderúrgica. El petróleo comenzó a usarse como combustible en un nuevo artefacto de gran importancia tecnológica, el motor de explosión o de combustión interna. En 1859 este motor se aplicó a la iluminación, y en la década de 1890 al transporte. La primera fábrica de automóviles —Daimler-Benz, anteceso ra de la actual Mercedes Benz— se instaló en Alemania en 1890. Simultáneamente, también comenzó a utilizarse la electricidad como fuente de energía. La lámpara eléctrica revolucionó los sistemas de iluminación; pero, además, la electricidad se empleó para mover diferentes máquinas y en algunos transportes públicos, como los tranvías. Las industrias características de la segunda fase de la Revolución Industrial fueron la siderúrgica, la química y la eléctrica. La aplicación de los nuevos inventos a la industria provocó profundas transformaciones en la organización de la producción. Además, las nuevas industrias requirieron inversiones de capital muy considerables; por esta razón, las empresas que las realizaron tuvieron una capacidad de operaciones y de negocios mucho mayor que las empresas características de la primera fase.

Los ferrocarriles primero, y los barcos a vapor, más tarde, hicieron los viajes más rápidos, más regulares y también más baratos. Al mismo tiempo, el comercio de larga distancia dejó de estar limitado a los productos de lujo. Los nuevos transportes crearon condiciones para el comercio de larga distancia, por tierra y por mar, de productos de mucho peso y volumen y menor valor relativo, como los alimentos. Por ejemplo, los barcos frigorificos permitieron el comercio intercontinental de carnes congeladas.

El fin del capitalismo liberal


En las últimas décadas del siglo XIX, la economía capitalista sufrió una importante crisis originada por la fuerte caída de las ganancias de los empresarios. Esta disminución de las ganancias fue resultado de, por un lado, la caída de los precios de las mercaderías, consecuencia de la cada vez más fuerte competencia entre las empresas; y por otro lado, de la imposibilidad de bajar los costos reduciendo el salario de los trabajadores —ante la presencia cada vez más fuerte del movimiento obrero organizado. La gravedad de la situación planteó a los gobiernos de los países capitalistas la necesidad de revisar las ideas, aceptadas hasta entonces, sobre la no intervención del Estado en la economía. Los gobiernos de Francia, Alemania y de Estados Unidos comenzaron a intervenir realizando acciones concretas para evitar futuras crisis. Entre otras medidas, aplicaron políticas que restringían el ingreso de productos extranjeros en los mercados nacionales y emprendieron la conquista militar de nuevos territorios. La expansión imperial sobre Africa y Asia tuvo como objetivo obtener nuevos mercados y fuentes proveedoras de materias primas. A partir de entonces, los gobiernos de las potencias capitalistas abandonaron los principios del liberalismo económico y comenzaron a considerar a los otros Estados capitalistas como rivales.


Los empresarios capitalistas también buscaron soluciones para enfrentar la crisis. Sólo las empresas que disponían de más capital podían afrontar las grandes inversiones necesarias para incorporar los adelantos tecnológicos. Las empresas más pequeñas no pudieron competir y desaparecieron o fueron compradas por las más grandes. También hubo acuerdos entre grandes empresas para limitar la competencia y fijar los precios en el mercado. Los empresarios se propusieron reducir los costos de producción para estar en mejores condiciones para competir en el mercado. Con este objetivo, además de incorporar constantemente innovaciones técnicas y renovar la maquinaria, reorganizaron el trabajo de los obreros en las fábricas según los principios del taylorismo y más tarde el fordismo. Esta reorganización tuvo como objetivo aumentar el rendimiento del trabajo de los obreros, dividiendo el trabajo en tareas sencillas de tal forma que trabajadores no especializados —a los que se pagaban salarios más bajos y, en general, no estaban sindicalizados— pudieran hacerlo.

Taylorismo y fordismo

A fines del siglo XIX, un ingeniero estadounidense, Frederic Taylor, formuló un nuevo sistema de organización del proceso productivo: la administración científica del trabajo, conocida también como taylorismo. Su objetivo era encontrar el ritmo óptimo de trabajo, definido como aquél en el que se lograba la mayor producción en el menor tiempo posible. Esta estrategia permitió a los empresarios apropiarse de un saber que hasta entonces era exclusivo de los trabajadores calificados. La fuerte inmigración de trabajadores no calificados a Estados Unidos, que se registró a fines del siglo XIX y principios del XX, generó
un mercado de trabajo acorde con las necesidades de este sistema.

En la década de 1910, a partir de la introducción de nuevas máquinas-herramienta y la conexión de todo el proceso de trabajo a través de la llamada cadena de producción o cadena de montaje, los empresarios obtuvieron mayor cantidad de productos en el mismo tiempo. El empresario Henry Ford fue el primero en aplicar en su fábrica de automóviles esta forma de organización del trabajo, que combinaba el taylorismo con un mayor grado de automatización. Más tarde la nueva organización comenzó a llamarse fordismo.

En menos de un siglo, la utilización de nuevas tecnologías y nuevas formas de organización del trabajo revolucionaron la producción de bienes de consumo. En la imagen, cadena de montaje en la fábrica de autos Ford, en Estados Unidos.
-Tomado de Ciencias Sociales EGB Tercer Cìclo 9, Buenos Aires, Editorial Aique, 2001.

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