lunes, 2 de mayo de 2011

La expansión colonial

Entre 1884 y 1885, Alemania, Italia, los Países Bajos, Bélgica, Estados Unidos, Japón y otros países se reunieron en la Conferencia Internacional de Berlín. En esa reunión resolvieron algunos conflictos planteados entre ellos por el control sobre el territorio de África y establecieron las reglas que se comprometían a respetar en el futuro. Los representantes de las potencias coloniales acordaron respetar la libre navegación de los grandes ríos, la prohibición de la trata de esclavos y el derecho de una potencia a ocupar el interior de un territorio si ocupaba sus costas. En poco tiempo, estas potencias coloniales se repartieron toda Oceanía y casi todo el continente africano. La mayor parte de los Estados asiáticos controlados por gobernantes locales conservaron su independencia, pero los países occidentales establecieron en ellos “zonas de influencia”, en las que cada potencia tenía prioridad para comerciar e invertir.

La nueva expansión colonial tuvo causas económicas, demográficas, políticas y culturales. Los países industrializados necesitaban ampliar los mercados donde colocar sus productos y obtener materias primas y, también, nuevas oportunidades para realizar inversiones de capital rentables. Al mismo tiempo, como consecuencia del importante aumento de la población que se había registrado en Europa durante el siglo XIX, muchos europeos encontraron en los territorios conquistados lugares donde radicarse en busca de mejores oportunidades y abandonaron sus países de origen. La expansión también estuvo relacionada con la pretensión de los europeos de extender su propia cultura, a la que consideraban “superior”, y con la creciente difusión de ideas nacionalistas.

Desde comienzos del siglo XX, se utilizó el concepto de imperialismo para referirse a este proceso de expansión que las potencias capitalistas habían comenzado a fines del siglo XIX. En 1877, la reina Victoria sumo a su título de “reina de Gran Bretaña” el de “emperatriz de la India”. Para los gobiernos de las potencias industriales de Europa, la creación de extensos imperios coloniales fue un objetivo fundamental y los propios contemporáneos llamaron a su época la “era del imperialismo”.

La formación de los nuevos imperios coloniales dio lugar a una actividad diplomática muy intensa, que tenía como objetivo resolver los numerosos conflictos que se originaron entre las potencias coloniales y que, en repetidas ocasiones, estuvieron a punto de desembocar en guerras. El continente americano no fue afectado por el nuevo reparto colonial. Pero, de todos modos, los países latinoamericanos también estuvieron sometidos al control de las potencias industriales europeas, principalmente de Gran Bretaña. Los términos del intercambio entre América latina y Gran Bretaña hicieron a las economías latinoamericanas muy vulnerables y dependientes de las decisiones económicas y políticas de la potencia europea. Por esta razón, aunque los países latinoamericanos eran políticamente independientes, el gobierno inglés presionaba a los gobiernos locales con el objetivo de beneficiar sus propios intereses, sin necesidad de conquistarlos y convertirlos en colonias. Por esta razón, algunos historiadores consideran que América latina conformó el llamado “imperio informal británico”.

Viejas y nuevas colonias
 
Las nuevas colonias organizadas a fines del siglo XIX tenían características diferentes de las colonias del siglo XVI. Estas últimas habían sido, en su mayor parte, colonias de asentamiento, en las que los conquistadores buscaban un lugar para vivir y crearon sociedades con un modo de vida similar al de sus países de origen. Las nuevas, en cambio, eran colonias de ocupación, en las que una minoría de colonizadores europeos controlaba el poder político y gobernaba sobre una mayoría de población nativa que conservaba su propia cultura.

Imperios coloniales en 1914


-Tomado de Ciencias Sociales EGB Tercer Cìclo 9, Buenos Aires, Editorial Aique, 2001.

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