sábado, 2 de abril de 2011

El surgimiento de la clase obrera

Junto con el desarrollo de la industria fabril comenzó a aparecer un nuevo actor social que hasta esa época había ocupado un lugar marginal dentro de la sociedad: los trabajadores. Esto no significa que anteriormente la gente no trabajara; a lo que nos estamos refiriendo es a un grupo de personas que, careciendo de bienes o rentas, debe ponerse a disposición de un empleador durante una parte del día para cobrar un salario que le permita alimentarse, tener vestido, habitación, criar a sus hijos, etcétera. 

A diferencia de los campesinos que poseían tierra e instrumentos para trabajarla, los  trabajadores solo poseían la fuerza de sus brazos y la capacidad para realizar el trabajo. La existencia de una amplia cantidad de personas que estuvieran dispuestas a trabajar en las fábricas era un requisito previo para el surgimiento del capitalismo fabril.


Los trabajadores de la Inglaterra del siglo XVIII tenían varios orígenes. Un gran número provenía del campo y eran antiguos campesinos que habían perdido sus tierras; muchos obreros eran inmigrantes de zonas azotadas por la hambruna, como fue el caso de los trabajadores irlandeses; otros, eran antiguos artesanos arruinados por el desarrollo de la industria. A su vez, otro factor que permitió incrementar la población trabajadora fue el gran crecimiento de la población que se produjo a partir del siglo XVIII.


La vida obrera

 
Estos pobres de los campos y las ciudades encontraron en las fábricas un nuevo lugar en la sociedad y desarrollaron un nuevo modo de vida. Sin embargo, la vida de los obreros durante la Revolución Industrial era muy dura. La jornada laboral era larga y agotadora y se trabajaba más de 15 o 16 horas diarias. Los salarios eran bajos. Existían severos códigos de trabajo que imponían multas y reducían el salario por faltas tan leves como abrir una ventana o silbar mientras trabajaban. Además, era un modo de trabajar completamente diferente: quienes habían vivido al aire libre y trabajado con relativa autonomía, debían pasar largas horas en las ruidosas, sucias y oscuras fábricas. En ellas se trabajaba como en el
campo: desde la salida hasta la caída del sol, pero con un pequeño descanso a la hora del almuerzo. Además, el trabajador estaba sometido a una férrea disciplina y era controlado todo el tiempo mientras trabajaba. A su vez, se comenzó a desarrollar la práctica de contratar prioritariamente a mujeres y niños porque se les pagaba menos, lo que bajaba los
salarios. Ello era posible porque las máquinas simplificaban el trabajo. En los alrededores de las fábricas empezaron a surgir barrios obreros con casas mal construidas, donde familias enteras vivían en una única habitación y las epidemias solían hacer estragos. 


Los comienzos del movimiento obrero
 
Las condiciones a las que eran sometidos llevó a los obreros a organizarse para luchar y tratar de obtener leyes y mejoras. Se hicieron peticiones y se organizaron huelgas pacíficas que fueron contestadas represivamente por las autoridades.
 
Con el estallido de la Revolución Francesa en 1789 se produjo una profunda alarma dentro de los sectores dirigentes de la sociedad inglesa. Temiendo que los obreros ingleses tomaran el ejemplo de los revolucionarios franceses, el gobierno prohibió las organizaciones de trabajadores y estableció una ola de persecución política entre ellos.

Uno de los primeros movimientos fue el llamado de los “destructores de máquinas” o luddistas, pues sus proclamas estaban firmadas por un mítico personaje llamado Ned Ludd: sus seguidores atacaban las fábricas destruyendo las máquinas. Hacia 1811 y 1812 fue el momento de auge de este movimiento y el gobierno enviaba igual número de soldados a combatir a los luddistas que a las tropas napoleónicas. Recién hacia 1824, luego de grandes enfrentamientos, se permitieron las asociaciones sindicales que comenzaron a luchar por mejoras para los trabajadores.

Inglaterra era una monarquía parlamentaria, pero una de las discriminaciones que sufrían los trabajadores ingleses era estar privados del sufragio. En esto coincidían con muchos sectores burgueses industriales ya que el mapa electoral era previo a la industrialización y favorecía a los terratenientes. Así, zonas de escasa población tenían mayor representación que los distritos industriales mucho mas poblados.
 
En 1832 se produjo una reforma electoral que modificó los distritos electorales, pero que siguió excluyendo a los trabajadores del derecho al sufragio. Este hecho motivó el surgimiento del primer movimiento político de la historia del movimiento obrero: el cartismo. Se organizó en torno a la llamada Carta del Pueblo, que reclamaba el ejercicio de derechos políticos para los trabajadores.

Este fue un gran movimiento que se extendió hasta la década de 1850 y comenzó a incluir no solo reivindicaciones políticas, sino también sociales.
 
-Tomado de "El Libro de la Sociedad en el tiempo y en el espacio 8", Buenos Aires, Estrada, 1997.

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