Argentina,
1922
YPF
Y LA NACIONALIZACIÓN DEL PETROLEO
[Enrique
Mosconi (1877-1940). Fue un militar e ingeniero argentino, conocido
principalmente por haber sido pionero en la organización de la
exploración y explotación de petróleo en Argentina. Fue el
ideólogo y primer director de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales
(YPF)]
El
16 de octubre de 1922 Mosconi fue nombrado director General de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), donde permanecería por
ocho años, dedicando grandes esfuerzos para incrementar la
exploración y desarrollo de la extracción de petróleo.
YPF
recibió un monto inicial de 8 millones de pesos de parte del
gobierno nacional, y desde ese momento fue autosuficiente,
financiándose a sí misma con las ganancias provenientes de la
extracción de petróleo y, por supuesto, sin préstamos ni
inversiones extranjeras. En 1925 Mosconi consideró la posibilidad
de una sociedad mixta estatal y privada, pero en 1928 se retractó
al expresar: “No queda otro camino que el monopolio del Estado
pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta
industria: la producción, la elaboración, el transporte y el
comercio [...] Sin monopolio del petróleo es difícil, diré más,
es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha
comercial las organizaciones del capital privado”.
“Resulta
inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar
nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de
exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a
éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en
lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el
bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar
nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”, señalaba en
aquel tiempo.
Entre
1927 y 1928 Mosconi recorrió América Latina informando a las
autoridades sobre la experiencia argentina con los combustibles
fósiles, promoviendo la integración de esfuerzos en materia de
petróleo. Mosconi fue el mayor impulsor de una política nacional
que puso los recursos naturales al servicio del desarrollo
económico, industrial y social de la Nación. Defendió la
nacionalización de estos recursos, un absoluto monopolio estatal en
su exploración y explotación, la necesidad de los países
latinoamericanos de tomar medidas coordinadas en este asunto, y la
promulgación de leyes relacionadas con los recursos naturales que
fueran ventajosas para los intereses de los estados nacionales. La
influencia de esta doctrina tuvo impacto en México, Brasil,
Uruguay, Bolivia y Colombia.
Uruguay,
1931
Sobre
la creación de ANCAP
El
monopolio de los alcoholes se encontraba en discusión legislativa
desde el año 1902, mientras que el de refinación de petróleo y
fabricación de portland desde 1929. Diez años antes de la creación
de Ancap, don José Batlle y Ordóñez comenzaba, desde tribunas y en
editoriales del diario El Día, su prédica a favor de la creación
del ente energético: “La República envía al exterior en pago de
alcohol, kerosene y bencina, más de seis millones de pesos por año.
Una buena parte del oro que entra en ella, a cambio de sus productos,
vuelve a salir inmediatamente a cambio de esos artículos. Y esa masa
de dinero que se va, al par que aminora nuestra riqueza, contribuye
poderosamente a inclinar en contra de nosotros la balanza del
comercio internacional y a pagar las diferencias de cambio como las
que agobian a nuestra importación”. En otros escritos, el líder
del Partido Colorado, señalaba: “La República, puede, no obstante
librarse de los enormes tributos que pagamos, produciendo ella misma
el combustible que necesita, pudiendo ahorrar anualmente, mediante su
propia industria lo que ahora paga anualmente sin necesidad”.
Con
la dramática crisis del capitalismo, del año 1929 -que ocurre el
mismo año en que muere José Batlle y Ordóñez- muchos políticos
parecieron tomar conciencia de la necesidad que el monopolio del
alcohol, junto con la importación del petróleo crudo, eran un campo
básico y una estrategia fundamental para la actividad económica de
nuestro país.
La
oposición en contra
No
todos estaban de acuerdo con la creación de Ancap. Alguna prensa de
la época atacaba con fuertes editoriales la postura del gobierno
batllista en materia de monopolizaciones y arremetía, también,
contra legisladores de la oposición que habían acompañado, con su
voto, la iniciativa de crear Ancap.
El
18 de octubre de 1931, encontramos en “La Tribuna Popular”, un
diario identificado con los sectores herreristas del Partido
Nacional, un editorial donde se manifiesta: “El batllismo -si no se
pone coto a sus atropellos- nos conducirá al sovietismo. El
monopolio de la industria de los combustibles, es acabadamente
leninista y no sólo atenta el derecho inalienable de la iniciativa
particular, sino que sembrará desconfianzas que impedirán la
implantación de nuevas industrias, con grave perjuicio a nuestra
economía”.
“¿Quién
será el guapo que se atreva a establecer una nueva industria bajo la
vehemencia monopolizadora del batllismo?”, se preguntaba el
editorialista. Para terminar afirmando, después de otras
consideraciones, con esta reflexión: “A esto nos conducirá el
sovietismo batllista, que no ha hecho otra cosa, que fomentar en todo
el curso de su actuación pública, con fines electorales, la
empleomanía…”.
La
oposición a favor
Por
su parte, otro vocero del Partido Nacional, el diario El País,
sostenía en la página 7 del 16 de octubre de 1931: “Los partidos
que constituyen las dos grandes mayorías del electorado de la
República, han eliminado las diferencias de carácter político que
impedían la sanción de leyes que estimularan a la agricultura y que
tendieran a afirmar la independencia económica de nuestro país.
Entre esas leyes, figura la que crea un organismo autónnomo del
Estado para fabricar alcohol, portland y para refinar el petróleo o
sus derivados”.
Más
adelante, se puede leer en este editorial: “El alcohol, será
extraído de productos agrícolas especialmente del maíz y del
boniato, abriéndose en la agricultura un amplio y remunerado campo
interno…”. En lo referente al portland, el matutino señalaba:
“La fabricación de portland por el Estado, tiene por objeto
utilizarlo en las obras nacionales y municipales, para que éstas
sean construidas al mínimo costo, como medio de hacerlas menos
gravosas para los contribuyentes”.
México,
1938
Fragmento
del Discurso del Presidente Lázaro Cárdenas con motivo de la
Expropiación Petrolera.
Palacio Nacional, a 18 de marzo de 1938.
“Para
mayor justificación del acto que se anuncia, hagamos breve historia
del proceso creador de las compañías petroleras en México y de los
elementos con que se han desarrollado sus actividades.
Se ha
dicho hasta el cansancio que la industria petrolera ha traído al
país cuantiosos capitales para su fomento y desarrollo.
Esta
afirmación es exagerada. Las compañías petroleras han gozado
durante muchos años, los más de su existencia, de grandes
privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias
aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y
cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de
los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces
contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la
totalidad del verdadero capital de que se habla.
Riqueza
potencial de la nación; trabajo nativo pagado con exiguos salarios;
exención de impuestos; privilegios económicos y tolerancia
gubernamental, son los factores del auge de la industria del petróleo
en México.
Examinemos la obra social de las empresas: ¿En
cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay
un hospital, una escuela o un centro social, o una obra de
aprovisionamiento o saneamiento de agua, o un campo deportivo, o una
planta de luz, aunque fuera a base de los muchos millones de metros
cúbicos del gas que desperdician las explotaciones?
¿En
cuál centro de actividad petrolífera, en cambio, no existe una
policía privada destinada a salvaguardar intereses particulares,
egoístas y algunas veces ilegales? De estas agrupaciones,
autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias de atropellos,
de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de la empresas.
¿Quién no sabe o no conoce la diferencia irritante que norma
la construcción de los campamentos de las compañías? Confort para
el personal extranjero; mediocridad, miseria e insalubridad para los
nacionales. Refrigeración y protección contra insectos para los
primeros; indiferencia y abandono, médico y medicinas siempre
regateadas para los segundos; salarios inferiores y trabajos rudos y
agotantes para los nuestros.”