miércoles, 24 de agosto de 2011

FASCISMO Y NAZISMO

Características del fascismo y del nazismo


Son varias las características de los regímenes fascista y nazi de la Europa de entre guerras, entre ellos: el totalitarismo, antiliberalismo y anticapitalismo, antimarxismo, el carácter contrarrevolucionario, el autoritarismo y militarismo, ultranacionalismo, liderazgo carismático, la propaganda y terror y la xenofobia. Cada una de ellas permiten comprender, en parte, como llegan al poder y se prolongan en el tiempo dichos regímenes y las consecuencias que provocaron. En esta ocasión me interesa desarrollas sólo algunas de estas características:

Autoritarismo y militarismo


Póster de SA nazi
El fascismo concebía la sociedad como una organización militar más. Había de formar organismo donde cada individuo ocupa un lugar determinado y desarrolla una función específica. En el seno de ese organismo no tenían cabida las discrepancias o disensiones. Como en toda organización militar, la autoridad, la disciplina y la fuerza relegaban la igualdad, la libertad de acción y el pacifismo. La erradicación de todo aquello que contraviniese esos principios se llevó a cabo mediante el empleo de la violencia.
Se contó con el concurso de fuerzas de carácter paramilitar: SA nazis, camisas negras italianos ofalangistas españoles, que junto a los cuerpos regulares de la policía y otros de carácter especial (ejemplo: Gestapo alemana), fueron los encargados de anular los elementos hostiles al Estado.
Bombarderos alemanes
stukas

El fascismo potenció el papel de las fuerzas armadas, esenciales para poner en práctica los planes de expansión territorial que permitiesen ensanchar el espacio vital del pueblo y vengar los "agravios históricos"sufridos por la nación. En Alemania la “teoría del espacio vital” se puso en práctica a partir de 1938, con la anexión de Austria, Checoslovaquia y Polonia. además, los estados fascistas diseñaron una compleja escenografía con el fin de exaltar y glorificar los valores de la milicia, transmitiendo a la sociedad un sentido guerrero de la vida. Mediante imponentes y pomposos desfiles congregaron auténticas muchedumbres para enardecer el patriotismo. Los niños y jóvenes recibieron una educación basada en los valores castrenses: el uso de uniformes de carácter pseudomilitar (camisa negra en Italia, parda en Alemania, azul en España, etc) y los gestos y actitudes marciales (saludo fascista).





Ultranacionalismo

Los fascismos pretendían alcanzar la unidad y la identidad nacionales, desde una visión conservadora, excluyendo y hostigando a quienes pueda poner en peligro tal aspiración, ya sean otras  naciones o elementos considerados extraños como las minorías raciales (judíos, gitanos, etc). El nacionalismo fue alentado y utilizado como arma política contra otros estados, creando un ambiente de xenofobia, rencor e intransigencia que originó tensiones y conflictos.  Hubo casos en los que los sentimientos nacionales se exasperaron, como las regiones de Alsacia y Lorena, en poder de Francia a raíz del Tratado de Versalles, o la parte oriental de la Prusia alemana, bajo soberanía polaca. 
Acuerdos de Munich

En febrero de 1938 Hitler anexiona Austria al III Reich. Parte de la población austríaca, de habla y cultura germánicas, vio con agrado esta acción que había sido prohibida por las potencias vencedoras tras la Gran Guerra y que formaba parte de las reivindicaciones nacionalistas alemanas.  Frente a este ambiente de ultranacionalismo, las principales potencias democráticas reaccionaron con tibieza, adoptando una estregia conocida como "política de apaciguamiento", basada en el mantenimiento de la paz pese a las provocaciones y hostilidad de las potencias fascistas. En septiembre de 1938, por el "Pacto de Munich", el Reino Unido y Francia concedieron a Hitler licencia para anexionarse gran parte del territorio de los Sudetes (Bohemia-Moravia), perteneciente a Checoslovaquia y donde residía una importante minoría de origen alemán. Los acuerdos de Munich resultaron un fracaso, pues meses más tarde(marzo de 1939), Hitler invadía la totalidad del territorio checo. El ataque a Polonia (septiembre de 1939) culminaría esa escalada de agresiones, originando la Segunda Guerra Mundial.


El Imperio para Mussolini

Resucitando a Roma y el Imperio Italiano

Para convencer a las masas en torno a la idea de una patria común se manipuló a conveniencia la historia: por ejemplo, Mussolini volvió su mirada en la antigua Roma, tratando de evocar la grandeza de ese imperio e identificándolo con la Italia fascista. Consideró "mare nostro" al Adriático, al modo en que los romanos distinguieron al Mediterráneo. Creó un imperio que, hasta 1941, tuvo posesiones en África (Somalía, Etiopía o Abisinia y Libia), en el Egeo (Dodecaneso) y en el Mediterráneo (Albania). 

Ejemplos similares se dieron en otros regímenes totalitarios: en España, el franquismo apeló a la monarquía de los Reyes Católicos y a la época de los primeros Austrias como paradigmas de unidad y grandeza.

Liderazgo de un jefe carismático
 
Los fascismos trataron de conseguir la armonía social bajo la benefactora acción de un jefe ("duce, führer, caudillo"). Sin su liderazgo, la naturaleza amorfa de las masas desembocaría en el desgobierno y el caos. El jefe debía rodearse de una élite competente, preparada y "portadora de la razón y la verdad". Los individuos eran considerados ineptos para la asunción de responsabilidades y la toma de decisiones por sí mismos, su papel en la sociedad fascista era el de súbditos, no ciudadanos de pleno derecho. El jefe debía estar dotado de un especial carisma que lo distinguiese del resto de los mortales y aglutinara las diferentes tendencias dentro del poder.
Hitler y Goering

Ante el líder solo resaba actuar con una fe ciega expresada a través del culto a la personalidad. Además de su papel dirigente, la misión de jefe era servir de guía del pueblo, ejerciendo sobre él una labor benefactora y paternal.

La propaganda se encargó de glorificar insistentemente ese papel, haciendo uso de todos los medios a su alcance. Especialmente útil fue la radio que se encontraba presente en numerosos hogares.

Empleo de la propaganda y el terror
Joseph Goebbels

Para atraerse a las masas, los regímenes fascistas pusieron gran empeño en controlar los medios de comunicación, especialmente, la radio y la prensa. Una vez en el poder abolieron la libertad de opinión, persiguieron a los periodistas independientes y utilizaron masivamente la propaganda para inculcar valores como patria, jefe, raza, etc. Maestro sin igual en esas prácticas fue el Ministro de Propaganda del III Reich, Joseph Goebbels. Se empleó el terror, la delación, la represión y la reclusión en campos de concentración, valiéndose incluso del asesinato. Simultáneamente, se pretendió ofrecer una imagen atractiva del régimen, tanto en exterior como en el interior, mediante el empleo de una parafernalia grandilocuente: exhibición de vistosos uniformes, saludos marciales, despliegue de banderas y estandartes, brillantes desfiles militares presididos por los jerarcas, discursos, etc. Se intentaba de ese modo impresionar a las masas y llevarlas a un orgullo patriótico.

Racismo y xenofobia


Todo aquello que el fascismo interpretó que podía descomponer una sociedad uniforme y rígidamente estructurada fue perseguido. Así ocurrió con las minorías raciales (judíos, eslavos, gitanos, etc).

En la Alemania nazi estos grupos fueron en principio aislados para evitar que contaminasen a los "ciudadanos normales"; más tarde se procedió eliminarlos desde una visión que perseguía contribuir a la idea eugenésica de mejorar la raza aria, considerada como superior e identificada con el pueblo alemán. Otros pueblos, racialmente impuros (ej., los eslavos) fueron objeto de desprecio o persecución y, en cualquier caso, puestos al servicio de los intereses de esa raza superior.
Horno crematorio de
Auschwitz

Especialmente significativo fue el caso de los judíos, a quien los jerarcas nazis responsabilizaban de ser el origen de los males que aquejaban al pueblo alemán y, por lo tanto, merecedores de ser destruidos. Para ello se planificó la“solución final”.

En otros países (Italia, España) la xenofobia y el racismo, si bien estuvieron presentes en su discurso ideológico, no llegaron a alcanzar el grado de encono, violencia y sistematización que en la Alemania hitleriana.



Trabajo realizado gracias al aporte de:
http://www.claseshistoria.com y http://www.portalplanetasedna.com.ar

lunes, 1 de agosto de 2011

La crisis del '29 y el Gople de Terra



La caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 tuvo repercusiones de caracter mundial, provocó la caída de las exportaciones y una grave crisis económica, que vía Europa llegó a América Latina. En el caso de nuestro país, la grave crisis económica tuvo repercusiones de carácter socio-económico, sumado a discrepacias políticas que, finalmente, desembocaron en la dictadura de Terra.


El plan anticrisis y sus costos sociales
La dramática reducción de las exportaciones entre 1929 y 1932 se hizo sentir en todos los sectores. El Consejo Nacional de Administración propuso un plan para enfrentar la crisis. Las medidas pretendían no solo paliar el déficit de la balanza comercial, sino frenar la devaluación acelerada del peso uruguayo. 
Por distintas razones, las disposiciones perjudicaron tanto a los exportadores como a los importadores y a las empresas extranjeras.
La inflación desatada y el cierre de empresas repercutieron en los trabajadores. A fin de compensar la rebaja del salario real se instauró la "semana inglesa", que reducía el horario laboral, y se promovió una política de obras públicas contra la desocupación. Los efectos de la crisis golpearon a toda la población, pero las clases conservadoras no estaban dispuestas a pagar un precio tan alto y el problema se trasladó al plano político.


El golpe de Estado
En las elecciones de 1930 habían triunfado los batllistas, logrando la mayoría en el Consejo Nacional de Administración, al que correspondía la dirección de la política económica. El presidente Terra pronto marcó distancia del batllismo y discrepó con las medidas tomadas por C.N.A. En esto fue respaldado por los conservadores colorados, el herrerismo y el Comité de Vigilancia Económica. Como respuesta, el batllismo hizo acuerdos con el nacionalismo independiente, rama disidente de la mayoría herrerista, para impulsar el plan anticrisis.
La gran abstención en las elecciones de 1932, que debían renovar parcialmente los integrantes del Consejo de Administración, fue interpretada por Terra como un juicio negativo a la política del C.N.A. Convencido de que el presidente debía intervenir en la conducción económica y de que no podía esperarse hasta que hubiera una reforma constitucional, el 31 de marzo de 1933 disolvió el Consejo y las cámaras.
El golpe contó con la adhesión expresa del herrerismo, el riverismo y otros colorados conservadores; sus apoyos sociales fueron el Comité de Vigilancia Económica (con el predominio del sector agroexportador) y las clases conservadoras en su conjunto. En su contra, se contaron batllistas, nacionalistas independientes, socialistas y comunistas. La población, en general, no mostró mayor signo de resistencia.

Imágenes sobre el suicidio de Brum  (ex-presidente, colorado y batllistas),
su muerte representó el quiebre institucional  y una muestra de oposición al golpe de Terra.
La "República conservadora"
Durante la breve dictadura de Terra hubo persecución, prisión y exilio; censura de prensa y limitación de libertades, pero no se prohibió la actividad de los partidos. La intención del presidente y sus aliados fue poner un Ejecutivo fuerte en la dirección económica. Rápidamente se convocó una Convención Constituyente. La nueva Constitución fue plebiscitada en abril de 1934. En ese mismo acto se eligieron senadores y diputados, con la ausencia de nacionalistas independientes y batllistas, que no presentaron listas ni votaron. Una disposición excepcional habilitó a la Constituyente a elegir al presidente y éste a hacer lo propio con los gobiernos departamentales. El candidato único fue Gabriel Terra. En el Senado, según el acuerdo pactado, la mitad correspondió a los terristas y la otra a los riveristas. De este modo, se inauguró un nuevo período constitucional, marcado por la representación parcial del espectro político y la participación directa de  hombres del agro y la empresa en el gobierno.

Entre el intervencionismo y el capital privado
Pese a sus compromisos con los grupos vinculados al capital nacional y extranjero, Terra mantuvo cierta autonomía de acción. Aplicó políticas tendientes a favorecer a las empresas extranjeras, al sector agro-exportador y a la industria, pero no dudó en fortalecer al Estado. Tal vez su pasado batllista o un pragmatismo consciente de la falta de iniciativa privada le llevaron a concebir proyectos de corte intervencionista o a la creación de empresas mixtas (por ejemplo: Conaprole). El Estado interventor de Terra, sin embargo, había cambiado de perspectiva y de aliados. Actuaba en la economía para apuntalar -no para sustituir- al capital privado; era un "estado nodriza", que lejos de hacer frente al sector empresarial, estaba dispuesto a complementar sus esfuerzos.
Las medidas de corte más dirigista se aplicaron al control de cambios y del comercio exterior. El Banco República tuvo el monopolio de la venta de moneda extranjera, derivando la diferencia de cambios a su favor, hacia políticas de incentivo a la producción o de compensación social. Estas últimas se basaron en el asistencialismo, que buscó atenuar los efectos de la crisis.

Julio Cesar Grauert concurre a un acto político el 23 de octubre de 1933 en la ciudad
de Minas,
a su regreso el auto es interceptado por la policía  cerca de Pando.
La policía abre 
fuego y el joven dirigente colorado batllista muere por las heridas
3 días después.


El entierro de éste joven radical  dirigente batllista fue una verdadera
manifestación política, donde  hombres y mujeres expusieron
oratoria (izquierda: discurso de Luisina Luisi) y debieron  enfrentar
los gases lacrimógenos de la policía.

Material elaborado por la docente en base a material e información de: "Uruguay 1929-1938: depresión y desarrollo fabril" de Raúl Jacob s/d. "El impacto de la crisis del '29, los reformismos y aperturas políticas desde mediados de la década del '30" de Lucia Sala de Tourón s/d.
Las imágenes son escaneadas por la docente de "Historia del Urugay en imagenes", 36 cápítulos publicados por El País y B.S.E.